Hay que regularizar a los trabajadores inmigrantes
y
los puestos de trabajo que desempeñan
El Gobierno condena a los inmigrantes,
a vivir y
trabajar en la economía sumergida
11 de
Abril de 2002
La ausencia de una política de migración adecuada está condenando a los inmigrantes que están en nuestro país a la economía sumergida. El mal llamado “proceso de regularización por arraigo” sólo ha permitido que a 122.310 extranjeros se les reconozcan sus derechos como residentes en nuestro país. Por ello, UGT insiste en que es necesario establecer un mecanismo que permita regularizar no sólo a los trabajadores sino también los puestos de trabajo que están desarrollando, se evitaría así la política permisiva con el empresario infractor y, al mismo tiempo, se beneficiaría al conjunto de la sociedad.
Nueve
meses después de cerrarse el mal llamado “proceso de regularización por
arraigo”, el Gobierno hace públicos los datos sobre el estado de la tramitación
de las solicitudes presentadas por los ciudadanos extranjeros: de las 346.166
presentadas se han resuelto 234.188 solicitudes y quedan pendientes
111.978.
UGT
considera positivo que 122.310 extranjeros hayan accedido a la regularidad en el
marco del mal llamado proceso de regularización por arraigo, sumándose a los más
de 250.000 regularizados de los procesos anteriores, llevados a cabo entre el
año 2000 y 2001. La situación administrativa regular les permitirá ser
considerados como sujetos de los derechos que nuestra normativa concede a los
extranjeros residentes en nuestro país.
Pero
este hecho positivo (que para estos ciudadanos significa el comienzo de una
estabilidad legal y laboral) queda truncado por la ausencia de una política de
inmigración adecuada. Una política que permite que pasen más de nueve meses sin
que las solicitudes se resuelvan en un sentido u otro, tanto en el marco de este
proceso de arraigo, como en el régimen general. Esto significa, en la práctica,
que durante el tiempo que tardan en resolverse las solicitudes, estos ciudadanos
siguen trabajando en la economía irregular; y lo seguirán haciendo los 111.000
cuyas solicitudes aún no han sido contestadas. Todo ello nos puede llevar a
suponer, puesto que no encontramos ninguna otra razón, que el cierre del régimen
general, decidido por el Gobierno aprovechando la apertura del contingente,
tiene como objetivo que no se incremente el número de solicitudes presentadas,
para que no sea tan evidente la falta de voluntad política de adaptar los medios
humanos y materiales de las oficinas de atención al volumen real de la
inmigración en este país.
Por
otra parte, las declaraciones del Delegado del Gobierno, en el sentido de que la
regularización por arraigo era la ultima oportunidad de acceso a la
documentación para los irregulares que se encuentran en España, no es más que un
reflejo de la política ciega y permisiva del Gobierno en esta materia. Ciega y
permisiva, especialmente en lo que se refiere al ámbito laboral, porque tanto
los inmigrantes que vean rechazadas sus solicitudes como los que hayan llegado
recientemente a nuestro país, trabajarán en la economía
sumergida.
¿Qué
sucederá cuando nuevamente alcancemos un volumen de población irregular
importante? UGT ha propuesto y sigue proponiendo como una medida necesaria la
existencia de un mecanismo que permita el acceso a la regularidad no solo de los
trabajadores sino también de los puestos de trabajo que estaban desempeñando.
Las expulsiones, de las que oímos hablar en estos días, motivadas por el trabajo
irregular, únicamente son un elemento disuasorio para el trabajador inmigrante
que es expulsado, pero no para el empresario infractor; perdemos así la
oportunidad de aflorar puestos de trabajo de la economía sumergida, lo que
evidentemente beneficiaría al conjunto de la sociedad
española.