El encierro en la Universidad de Sevilla es una consecuencia más de los errores del Gobierno
Las consecuencias de una política migratoria
que
fomenta el trabajo irregular
8 de
Agosto de 2002
El
encierro de la Universidad de Sevilla es otra de las manifestaciones de las
erradas decisiones de este Gobierno en materia de inmigración. La falta de
medidas que permitan la regularización tanto de trabajadores como de los
trabajos que desempeñan, no hacen más que fomentar la economía sumergida. A esto
hay que añadir que, según los datos del contingente y de los permisos de
temporada, más del 50% de los permisos de trabajo de temporada (con una duración
máxima de un año prorrogable y sin derecho a prestación por desempleo) serán
concedidos a nacionales de países como Polonia y Rumanía que no son los
principales emisores de inmigración hacia España. Por otra parte, la actuación
de la Inspección de Trabajo, aún habiéndose incrementado, es
insuficiente.
El
cierre del Régimen General de solicitudes de permiso de trabajo y residencia, ha
eliminado las escasas posibilidades de acceder a la regularidad de miles de
inmigrantes, dando lugar a la perpetuación de la situación irregular de estos
trabajadores y trabajadoras. No hay en el Gobierno una verdadera voluntad de
resolver la explotación laboral a que se ve sometido el colectivo de
trabajadores migrantes, ni de encarar con medidas efectivas, el problema de
economía sumergida de este país, en el que trabajan tanto autóctonos como
inmigrantes.
Por
una parte, la política migratoria del Gobierno fomenta la inmigración irregular
y la economía sumergida al conceder más permisos de trabajo a los originarios de
los países que no son los principales emisores de inmigración. Este año se
concederán según cifras provisionales permisos de trabajo de temporada a 5.359
trabajadores polacos y 1.164 a rumanos y ha bajado considerablemente el número
de los otorgados a marroquíes (449 trabajadores). El pasado año, Polonia fue
también el primer país emisor con 992 trabajadores, seguido por Marruecos con
689 y por Cuba con 446; en 2000, los principales países de origen fueron
Colombia con 176 trabajadores y Marruecos con 137, y en 1999 se hizo una
experiencia piloto con 35 trabajadores colombianos.
Con
este sistema el Gobierno ha encontrado un medio para seleccionar la nacionalidad
de la inmigración que quiere para España. Aunque responsabiliza de ello a los
empresarios, es el Gobierno quien falta al espíritu que animaba la firma de los
convenios bilaterales con Colombia, Ecuador, Marruecos y República Dominicana,
países de origen de la mayor parte de la inmigración que llega a España. La
principal virtualidad de los convenios y de los instrumentos de regulación de
flujos como el contingente o los permisos de temporada, era ofrecer
oportunidades de inmigración regular a estos países, para desincentivar la
inmigración irregular. Sin embargo estos países no están recibiendo ofertas y la
nacionalidad de los trabajadores se ha convertido en una característica más del
puesto de trabajo a cubrir.
Por
otro lado, los permisos de trabajo de temporada se ajustan perfectamente al
diseño de mercado laboral degradado que el Gobierno está imponiendo y al tipo de
inmigración que desea: que trabaje, que cotice y que se
marche.
Estos
permisos han experimentado una progresión ascendente desde los 35 trabajadores
registrados en 1999 ha ido incrementándose hasta los 508 en 2000; 3.605 en 2001
y 9.146 en 2002. Estos no cotizan por desempleo. Retornan a su país finalizado
el contrato, después de haber trabajado y cotizado por el resto de
contingencias. Y no existen convenios bilaterales de Seguridad Social con todos
los países de inmigración; en caso de ausencia de convenio, por lo que cuando
retornan pierden las cotizaciones y por tanto los derechos en curso de
adquisición.
Si nos
remitimos a las cifras de las infracciones detectadas en materia de contratación
de inmigrantes 2001, es posible extraer algunos datos curiosos; siendo cierto
que se han incrementado la actuación de la Inspección de trabajo, no deja de ser
significativo que el importe de las sanciones 36.785.919 euros y el número de
trabajadores a que afectaban las infracciones 6.813, indican que la media del
importe de la sanción es solo ligeramente superior a la multa mínima establecida
por la normativa de extranjería. En estas condiciones, sigue siendo más rentable
para ciertos empresarios utilizar trabajadores en situación administrativa
irregular.
Todo
esto demuestra a juicio de UGT, que ni el cierre del Régimen General, ni los
instrumentos de regulación de flujos migratorios cuando están mal dirigidos, ni
las sanciones, van a contribuir significativamente a disminuir el volumen del
trabajo irregular. Es preciso por tanto buscar nuevas vías de actuación que
permitan conciliar la regularización de los trabajadores con la de los puestos
de trabajo, evitando así situaciones de explotación laboral o de trabajo
irregular.